Luna nació en Alto de Sierra y es parte de una familia trabajadora que tiempo después se mudó a Tierra Adentro, 9 de Julio. Su padre trabajó siempre en una avícola de Rivadavia y su madre es ama de casa. Tiene 4 hermanos, el más chico falleció en un accidente en 2011.
La santaluceña tenía 13 años cuando empezó a vivir la vida que realmente quería. En ese tiempo venía de jugar al fútbol en las inferiores de Alto de Sierra, con los chicos de su barrio. Era delantera. Sin embargo, cuando empezó a reconocerse como ella sentía y quería, tomó distancia de las canchas y de todo lo que le hacía bien por miedo a los prejuicios y agresiones, sobre todo en un deporte considerado profundamente viril.
Las chicas de “Tierra Adentro” fueron las primeras que le abrieron las puertas, y las primeras en acompañarla en la lucha por “sobrevivir” en un ambiente que muchas veces la castigó por el sólo hecho de "ser". “Fue un camino largo el que recorrí para que me aceptaran, para que me dieran la posibilidad de poder jugar”, confiesa la sanjuanina.
Fueron muchas puertas las que golpeó para que la aceptaran como Luna Olguín, la futbolista que usa la camiseta "2" y otras veces la "10", la que ama hacer goles y gambetear a los rivales. “No fueron fáciles los primeros partidos. A veces te recordaban cómo naciste, y no lo que elegiste ser", recuerda.
Contra viento y marea, imponiendo sus derechos y su propia felicidad, Luna fue rompiendo esquemas en el campo de juego, en el vestuario e incluso en las tribunas, de donde muchas veces recibió la mayor discriminación.
La futbolista reconoce que los tiempos de ahora son distintos, más descontracturados y abiertos. “La sociedad ha cambiado. Con el correr de los años el fútbol se fue adaptando. Ya no tenemos tantos problemas de discriminación y falta de inclusión. Al principio sí, me costó y sufrí, pero ahora ya está todo normalizado”.